Marco Pasta Fresca o cómo disfrutar de la pasta casera sin ensuciar tu cocina

El otro día recomendabamos un restaurante donde ir a comer la mejor pasta casera, así como de deliciosos antipasti, Da Giuseppina. ¿Qué pasas si tienes invitados en casa?

Si alguna vez has tenido la suerte de pisar Italia habrás probado una comida que rara vez encuentras aquí. Comida que sigues buscando entre restaurantes italianos y cartas que ofrecen «auténtica comida italiana» sin llegar a la mitad de lo que una vez probaste. Si eres aficionada a la cocina, te habrás animado a hacer pasta casera. Pero no siempre tienes tiempo. Y a veces te apetece un poco de aquello que probaste. Ya tenemos sitio donde ir a buscarlo: Marco Pasta Fresca.

Marco
Marco

En el Mercado de Barceló, desde hace dos meses y medio, hay un pequeño puesto que te invita a disfrutar Italia desde Madrid. Si esperas durante unos minutos, verás a la gente pasar y poner sus dedos sobre el cristal señalando todo lo que quieren. Y es que parece que una sola cosa, no es suficiente. Les ves dudar, debatir, preguntar. Finalmente piden. Y cuando parece que han acabo, ven algún postre o algún queso que saben que tienen que probar. Eso me pasó a mí.

Salsas caseras
Salsas caseras

La primera vez que fue me saludaron en español con un acento muy italiano y una enorme sonrisa. Cautivada por el acento y más por los alimentos que la vitrina muestra, me paré. Bajé la vista. Y me permití perderme en un mundo de quesos, pasta rellena y platos italianos. Subí un poco más, y reparé en los postres, las cosas dulces. Mirando más atrás, una estantería llena de pastas y arroces, de placas de lasaña o de canelones. Barres con la mirada todo el puesto y vuelves a empezar. A cada nuevo vistazo descubres algo nuevo. ¿Raviolis de trufa? ¿Burrata? ¿Tiramisú? ¿Aceite? ¿Bases de pizza? ¿Grana Padano? ¿Stracchino? ¿Galletas italianas?

Preguntas y te cuentan qué es cada cosa, cómo utilizarlo. Animada por el entorno decido pedir recordando aquellas clases de italiano que tomé en la universidad, parece que Italia te está llamando. Y tú respondes. Lo quieres todo. Tratas de que te atiendan rápido para no molestar a los clientes que esperan pero lo que parecía «fácil» al principio, se te empieza a «hacer bola». Un poco de aquello, 100 gr de esto otro, ¿cuál recomiendas? -vale, eso también. Cuando sales de allí casi podrían convalidarte el primer curso de italiano en la Escuela Oficial de Idiomas. Has leído todas las etiquetas y has pedido más de lo imaginabas al principio.

Hablas con él y te dice que todo es fresco, algo que no hace ni falta, lo notas en las bandejas de comida que tienes delante. Las salsas, la lasaña, las berenjenas, las alcachofas. Te explica que quien cocina ha sido durante cuatro años el cocinero de la Embajada Italiana, al que todavía llaman de vez en cuando. Te explica que importan los productos de su tierra, Italia, y de que si quieres, los hacen por encargo. Y solo te preguntas en qué momento vas a invitar a gente a tu casa para tener la excusa de pedir una bandeja de lasaña y otra de tiramisú.

Mozzarella

Mientras tomo fotografías para esta entrada, se para mucha gente. Se dejan enamorar por la simpatía de quien vende así como de la comida. De las apariencias. Aquí todo engaña. Lo que parece bueno, es maravilloso. Lo que parece típico, es tradicional y auténtico. Y lo que coges temeroso para probar, te acaba enamorando.

Y por unos momentos, vuelves a esa Italia que tanto echas de menos.

 

Marco Pasta Fresca

Mercado de Barceló, puesto 224

 

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