
Todos, absolutamente todos tenemos un plato en casa que solo conocen los que comparten sangre, los añadidos que entran por casamiento y ya Un plato que huele a familia, a hogar. A algo que no se encuentra en restaurantes, que es solo tuyo. De los tuyos. Son parte de una tradición, de una historia. Típico plato que cuando alguien te pregunta con su mejor intención por la receta le dices algo así como “si te la doy, tendría que matarte”.
Sin dramas.
En mi familia, por ejemplo, tenemos, por el lado materno, un guiso todas las navidades que es la esencia de la casa. Se hace de más y se mete en tuppers, casi como si hubiéramos montado un negocio de comida a domicilio y no lo supiéramos, y a lo largo del año se van sacando para traer la Navidad en mitad de junio mismamente. Por otro lado, mi padre siempre habla de una sopa de boquerones de su madre. La abuelita tiene platos que son recordados en la familia y yo ando tras sus recetas…
Bueno, pues ¿te imaginas ir a un restaurante y tener eso mismo? ¿Ir a un sitio donde puedes pedir un plato típico de la abuela o el abuelo de alguien, un guiso familiar, un algo que solo la madre de alguien sabe hacer o ese asado que hace el padre de tu amigo y que es otro mundo? No habría croquetas, ni bravas, ni ensaladilla rusa. No encontrarías tortilla de patata ni salmorejo. Nunca leerías que se te ofrece empanada ni huevos estrellados.

He encontrado un sitio en Madrid que ofrece eso. No ofrece comida; ofrece experiencia. Un lugar donde encontrar una familia… mexicana.
Cooorrecto. Me repito más que el ajo pero me adoráis. Yo lo sé, queridos. Si antes os decía dónde tomar tacos o platos de una zona, ahora os animo a que probéis lo que no sabíais ni que existía.
No hay carta. De haberla, no busques nachos. Ni burritos. Ni fajitas, tacos o cualquier otra cosa que nos hayan presentado hasta ahora. Porque la comida de aquí no es la callejera (ni pasada por Estados Unidos), lo que tienen en Tamán es… un hogar. Es una cocina de casa, de guisos y reuniones de familia.

La primera vez que fui encargué cochinita pibil. Y dirás: uuuh, qué innovador todo… Guiso de cochinita pibil. Eso no lo has tomado en tu vida, Hulio. Es más, una vez lo tomas aquí, no lo pides en otro lado.
De postre, coricos. No sé si puedo describir con palabras (mi cara de felicidad hablaría por sí misma) lo que estas galletas de la zona de Sinaloa son. Es harina de maíz, manteca, panela (piloncillo) y una textura deliciosa. Dos características principales: se deshacen en tu boca y crean adicción. He decidido que tomar galletas de postre es un sí rotundo en mi vida.

La segunda, me fui yo sola a tomar tortas mexicanas. Lo que viene a ser un bocata. Pero no un bocata normal. Un “bocatita” mexicano, con su señor relleno mexicano y sus sabores de allá. Una locura. Esperando el día que repitan porque me quedé con ganas de más.
Torta del pastor (bueno, no es mi mejor foto, pero esta iba a quedar en círculos cerrados… pero viendo las -pésimas- fotos de solo la torta, pues he tenido que ceder a que veáis mi careto)

Torta del chavo (aguacate, jamón braseado, tomate…)

La tercera, me fui a vivir el Día de Muertos Mexicano allí. Con su menú especial, su pan de muertos y su decoración preciosa, su actuación en directo para explicarte qué es aquello, por qué, cómo, cuándo, dónde. Todo-todito te lo cuentan.

Pescado tatemado en hoja de maíz con salsa macha

Mole rojo con con guajolote y arroz

Pinole en el maizal (de @elizabethvazquezchocolatier – busca este perfil en Instagram y babea viendo sus creaciones – o www.elizabethvaquez.es) con chocolate caliente – de esto último me tomé dos, pero eso queda entre nosotros –

Pan de Muertos… amigos, esto es de lagrimón. Gracias, Elizabeth, por esto. La foto es un desastre (y es la mejor de todas) de los nervios que tenía por probarlo. Ni una sale bien. Yo no sé… bueno, a ver, a lo mejor fue el margarita…


¿Cómo sabes qué comer si no tienen carta? Pues por sus redes sociales. Instagram es su escaparate al mundo y cuando deciden qué quieren hacer, lo ponen. Pasan horas y ya te has quedao sin mesa. Mi consejo: si ves algo que te gusta, haz como yo: reserva una mesa y ya encontrarás con quién ir, pero nunca nunca nunca trates de poner de acuerdo a la gente primero y luego reserves mesa. Porque vas a llorar. Porque no habrá mesa y luego verás a otro comerse lo que tú podías haberte zampado.
Por favor, se me piden margaritas que hace Estefanía para acompañar la comida.

NOTA: Tamán significa “lugar donde se encuentran”. La magia de este sitio está en todos lados.
Me parece especialmente significativo que en menos de un año y medio hayan conseguido tanta gente fiel a sus platos e historias, que de las veces que he ido, la única, o de las poquísimas españolas, moi; y que es el sitio de Madrid donde más acento mexicano se escucha. Y os diré algo más… ella, Estefanía, tiene sangre asturiana. Qué más se le puede pedir a este sitio. Nada.
Ya me ha dicho mi padre que le diga dónde es, que él quiere ir. Bueno, padre, ireMOS juntos. Mírale, pensando él que irá aquí sin mí… jajaja hombre iluso. No ha aprendido en 33 años todavía que donde él vaya a comer, voy yo.
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Hola, papi… vamos cuando quieras. Así somos los dos tan felices como en la foto:

C/Alfonso VI, 6
910640996
taman.afuegolento@gmail.com
Reserva siempre
Llora cuando no consigas mesa
Conoce sus platos en @tamanfonda (Instagram)
En caso de duda, pide todo, apúntate a todo, no digas que no a ningún plato que esta gente te ofrezca
Tiene buena pinta la torta del pastor , esta chulo el restaurante
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Gracias. Es una pasada. Perdona por la demora, pensé qué te había contestado… estaría comiendo y me he liado 😉
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Pero, qué maravilla! Bien explicado, fotos bonitas, y te deja con esas ganas de probarlo todo, lástima la distancia, pero es un buen blog de referencia para las visitas a Madrid. Felicidades!! Se nota la pasión!
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Muchas gracias por tu comentario. 🙂 Siempre es un placer leer cosas así. Tamán lo puso fácil y motivó para querer contar todo y fotografiar más. Apúntalo para venir. No pilla taaaan lejos 😉
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