
Bueno, pues lo que parecía ser algo tan básico (aunque siempre con su cosilla, sin quitar mérito) y conocido, se ha convertido en un plato digno de admiración. Alright cambia las reglas del juego y pone sobre la mesa dos costillares fuera de lo común. De sus croquetas de callos mejor no hablo porque no tengo palabras. Solo digo que se han ganado un hueco en mi corazón y en mi listado de croquetas favoritas.
En un sitio donde hay una carta bastante extensa, casi es mejor que venga y te cuente el camarero la parte secreta del menú. El pobre no tuvo tiempo ni de acabar, según nos explicó la preparación de dos de sus costillares, los quisimos. No hubo dudas. No hubo preguntas. No hubo ni tiempo de ver si había algo mejor. A día de hoy, sigo sin saber si hay algo mejor en ese restaurante. Cuando vuelva, a lo mejor, a lo mejor, lo compruebo. Digo a lo mejor porque lo más seguro es que pida lo mismo. Es lo más distinto, es algo que no encuentras en otro lado.
Alright nos propone un nuevo concepto de costillar. Toma nota:
Costillar Totoya, carne de cerco y cebolla caramelizada cocinado en madera de cedro y servido acompañado de puré de patata trufado. Espera a que te lo preparen antes de meterle mano. Nosotros no lo hicimos… éramos novatos, pero ya hemos aprendido.
Costilla Black Angus, costilla preparada en la mesa, donde te retiran el hueso, te añaden una salsa, te lo flambean ahí delante y te ponen los acompañamientos para que te hagas unos burritos. Otro rollo.
Ah, y no olvidemos las (maravillosas) croquetas de callos.
El servicio, amable, atento y detallista. Se tomaron tiempo para explicarnos todo, contestaron nuestras preguntas, que no fueron pocas, estuvieron pendientes de si faltaba algo o no. El local estaba hasta arriba, así que se agradece que eso no lo hayan perdido (y espero que no lo hagan nunca porque su atención es igual de memorable que sus platos).
Nos quedamos con ganas de probar los nachos, los niguiris de papada… bueno, es que no te da la vida. Comes, comes y cuando paras, te das cuenta de que estás en coma absoluto. Esto es lo que pasa cuando juntas a dos que aman comer. Sabíamos a lo que íbamos y lo hicimos con todas las consecuencias. Repetiremos. Y repetiremos coma gastronómico.
El local original se encuentra en la calle de Pedro Rico 43, pero nos acercamos al de López de Hoyos 8. Se presentan como fun food y el local está decorado con comics, un estilo muy desenfadado y que evoca a la América más conocida por todos. Un sitio donde dejarse llevar y descubrir.
Disfruta de la comida adquiere un nuevo sentido en este sitio.
Eternamente agradecida a Breakfast Always Wins (Instagram: @breakfastalwayswins) por esta recomendación. Pesaría algún kilo menos si no hubiera conocido este sitio, pero no sería tan feliz. Gracias.