Bagán: la ciudad de los mil atardeceres

Una vez leí que los viajes se viven tres veces: cuando los soñamos, cuando los vivimos y cuando los recordamos. Siguiendo esto, los podemos vivir a diario porque el recuerdo forma parte de nosotros; lo que allí has visto, se te queda en la retina; lo que has aprendido se te mete bajo la piel; lo que has reído o probado, se queda como una marca en tus labios.

Esos viajes nos cambian. La persona que fue no es la misma que vuelve.

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Hoy nos vamos a permitir volver al lugar del que se hacen los sueños, la cuna de leyendas, el lugar donde el sol hace su mejor espectáculo. Hoy nos vamos a Bagán.

Esta antigua capital del imperio de Pagan (antigua Birmania, actual Myanmar), fundada en el año 107 dc, es conocida por sus pagodas, sus atardeceres y por el la sonrisa eterna de sus habitantes. Con una extensión de 104 km cuadrados, se pueden disfrutar de más de 4.000 templos budistas construidos entre los siglos XI y XIV concentrados en 42 km cuadrados. Más allá de las cifras, solo hace falta recordar que debemos su majestuosa silueta al Rey Anawrahta, quien, además, introdujo la religión budista en el país.

Con una motillo, literal, y sin casco, nos adentramos en ese valle de pagodas. Esquivando coches, furgonetas y más motillos, vas viendo a ambos lados de «la carretera» templos budistas que dan idea de la época de esplendor que vivió la ciudad. Hoy en día muchos de ellos se encuentran derruidos debido a los años y a los terremotos (1). En muchos de ellos parece que la naturaleza ha ido recuperando lo que una vez fue suyo y las flores y plantas trepadoras cubren muchas de sus ruinas.

Nos dirigiamos a una de las más grandes, donde recomendaban ver el atardecer, por lo que pasamos de largo muchas de las más bonitas. Cubiertas de oro, con planta cuadrada, escalonadas… las había para todos los gustos. No nos iríamos de Bagán sin haber parado en aquellas que nos enamoraron.

Nuestra primera parada fue la Pagoda Schwesandaw. Construido en 1057 fue uno de los primeros templos de Bagán. Su nombre quiere decir “reliquia de pelo dorado sagrado”. El templo fue construido para guardar esta reliquia que el rey de Bago dio al rey de Bagán. Desde ahí disfrutamos del atardecer. Sin duda, de lo mejor.

 

Disfrutamos también del Templo Thatbyinnyu, la Pagoda Pyathada, la Pagoda Buledi o del Templo Ananda, entre otros. Además de preguntar a los locales, nos guiamos por el encanto de los templos para pararnos, descalzarnos, cubrirnos y adentrarnos en esta cultura.

Alrededor de estos templos siempre hay puestos donde poder comprar artesanía local o cocos que te preparan para sobrellevar de la mejor manera posible las temperaturas de la ciudad.

Una vez allí, recuerdas por qué Marco Polo describió Bagán como uno de los espéctaculos más hermosos del mundo.

Conoce aquí alguos cuentos de Myanmar.

(1) Desde 1975 la Unesco tomó cartas en el asunto de la restauración de los templos, tarea que continua en la actualidad. El problema es que los materiales utilizados para ello no respetan ni la estética de los templos ni los colores originales.
Nota: para acceder a la ciudad hay que pagar 20$. Esto te permite visitar la ciudad durante 4 días.
Algunas webs que me han ayudado a recordar la experiencia han sido: Espíritu Viajero, Los Viajeros, Cómete el Mundo, Mi Paseo por el Mundo, Viaja por Libre.

 

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