
Decía el Dalai Lama, “una vez al año viaja a algún lugar en el que nunca hayas estado antes”. Te diría que más veces. O eso estoy intentando yo. Con un presupuesto modesto pero con mucha ilusión.
No siempre un viaje largo te transporta más lejos. No siempre un viaje con un presupuesto más alto vale más la pena. Sencillamente encontrar un lugar que te envuelva, que te llene. Y esos sitios, a veces, están más cerca de lo que parece.
Hoy visitamos Bologna, la ciudad capital de la región Emilia – Romaña (norte de Italia).
UN BREVE VISTAZO A SU HISTORIA
Fue fundada por los etruscos (Felsina), pasando luego a ser colonia romana (Bononia). Tras un período de decadencia durante el Alto Medievo, la ciudad se recuperó. El 1796 entraron las tropas de Napoleón. Dos siglos antes, en el año 1530, fue coronado Carlos V (ver Basílica de San Petronio más abajo). Durante el Renacimiento, Bologna se convirtió en un centro de cultura.
Su universidad, de 1088, se cree que es la más antigua del mundo occidental.
LA RUTA DE LOS 7 SECRETOS
- La Finestrella (via Piella, 18)
Bologna fue uno de los centros comerciales más importantes de Italia, gracias a sus canales. Canales que hoy en día se encuentran soterrados y convertidos en cloacas. Todos menos uno: el Canalle delle Molline. Éste es visible a través de esta ventana en mitad de una calle bajo un soportal. Este canal dio fama a la ciudad como la piccola Venezia.
Si vas caminando por esta calle, ves gente haciendo cola “aparentemente” delante de un muro: párate. Has encontrado lo que buscabas. La Finestrella es pequeña, ligeramente alta y con una puertecita. O vas con mil ojos, o te paras donde veas gente esperando.
Disfruta de esta vista desde Il Caffè e Tulipani (Via Alessandrini, 7).
- Las tres flechas (Strada Maggiore 19, a la altura del pasaje Corte Isolani)
Cuenta la leyenda que tres maleantes pretendían asesinar a un hacendado con sus flechas, pero se despistaron al ver que una mujer aparecía en una de las ventanas completamente desnuda.
Reconozco que para verlas me tuve que poner las gafas, perder 10 minutos y finalmente… preguntar a alguien. La madera oscura dificulta que se puedan visualizar las flechas. Pero cuando las ves, te emocionas como un niño con zapatos nuevos. Ya no quieres quitar la vista de allí, aunque te duela el cuello. No vaya a ser que no vuelvas a encontrarlas.
- Neptuno y… sus atributos
En la Piazza Maggiore se encuentra la fuente de Neptuno, un icono en la ciudad de Bologna. Dicen que los atributos del dios tuvieron que ser modificados pues la Iglesia consideró que el tamaño era excesivo. Giambologna, el escultor, tuvo que reducírselo. ¿O no? Frente a la Salaborsa hay una baldosa con un tono distinto desde donde puedes ver que los atributos de Neptuno vuelven a ser generosos gracias a un efecto óptico: su dedo pulgar de la mano izquierda, desde esa perspectiva, le devuelve la virilidad.
No dejes de buscar esa baldosa. Cuando yo fui todos se hacían fotos de frente pero pocos mirábamos al suelo. Una vez encontrábamos lo que queríamos, las sonrisas estaban aseguradas así como mejores fotos. Créeme, “bastante mejores”.
- El arco de los susurros (pórtico del Palazzo del Podestà, en la Piazza Maggiore)
Al igual que en otras ciudades europeas, Bologna cuenta con su arco de los susurros. También la Piazza Maggiore, en el Palazzo del Podestà, donde están San Doménico y San Petronio, es posible decir secretos a distancia. Dicen que de esta forma los curas podían confesar a los leprosos sin temor a contagiarse.
Es curioso ver la escena del arco. Te acercas por el Palazzo y ves gente, de cara a la pared. Te recuerda un poco a cuando te castigaban en el colegio, pero aquí la gente se ríe. En mi caso, vi a un niño flipando, literalmente, cuando su padre, bajo la escultura del otro santo, en la otra esquina le hablaba y ¡él le oía! Si viajas solo, será más difícil pues necesitas “una pareja” pero no te cortes y dile a alguien que te diga algo. Merece la pena. La acústica es perfecta a pesar del ruido de la piazza con todos los turistas.
- ¿Exaltación del cannabis en mitad de la ciudad? (bajo la torre Scappi, en la Via Independenza)
En uno de los pórticos de esta ciudad (donde hay más de 35 kilómetros solo en el centro) encontrarás una inscripción: “panis vita, canabis protectio, vinum laetitia”. Véase: “El pan es vida, el cannabis protección, el vino alegría”. La frase se encuentra frente a la Casa Stagni, donde se distribuía esa droga, antaño sustancia permitida en Bologna.
- San Petronio y el sol
En la Piazza Maggiore se encuentra la Basílica de San Petronio. En ella está la meridiana (de casi 70 metros de largo), construida en 1655 por Giandomenico Cassini. Entre noviembre y marzo, por un pequeño agujero del techo, se filtra el sol trazando un haz de luz que nos indica la fecha exacta.
No dejes de buscar esta peculiaridad. A priori puede pasar desapercibida pero merece la pena.
- ¿El diablo vive en Bologna? (Piazza Santo Stefano)
Dice la leyenda que una de las familias más poderosas de Bologna quiso esculpir la cara de los miembros de la familia en la fachada de su palacete. No se tiene muy claro por qué pero el arquitecto incluyó al diablo entre los miembros de la familia.
Cuando pasees por esta plaza, no dejes de mirar hacia arriba. El diablo te vigila.
QUÉ COMER EN BOLOGNA (*)
Bologna es la cuna del tortellini, de la lasaña y los tallarines al ragú.
Los tortellini te los encuentras hasta en la sopa, nunca mejor dicho. Su plato estrella son los tortellini in brodo (en caldo). Disfruta de estos en la Trattoria Anna Maria (Via delle Belle Arti, 17), plato estrella desde 1985. Para llevártelos a casa como souvenir, entra en Paolo Atto & Figli (Via Caprarie 7 ).
Los tallarines al ragú (no a la boloñesa) los tienes en muchos sitios, mis favoritos en: Osteria dell’Orsa (Via Mentana, 1) y Ca’Pelletti (Via Altabella, 15 C/D).
La lasaña la probé en Donatello (Via Righi Augusto, 8). Pero me recomendaron otra que cuando fui estaba lleno: Trattoria da Gianni (Via Clavature, 18).
La piadina salada la tomé también en la Osteria dell’Orsa (Via Mentana, 1) pero la que realmente me sorprendió y enamoró fue la que probé la primera noche en Ca’Pelletti (Via Altabella, 15 C/D). Era de higos caramelizados y de queso. Una locura.
Las osterias son tabernas populares italianas donde sirven comida casera, a muy buen precio.
Por supuesto no olvidé probar sus maravillosos embutidos, con mortadela y jamón de Parma, entre otros. Riquísimo antipasto en la Trattoria Anna Maria (Via delle Belle Arti, 17).
Los mejores helados los tomé en la Sorbetería Castiglione (Via Castiglione, 44 d/e) y Gusto Antico (Via dell’Indipendenza, 3/C).
Descubrí mi postre favorito: crostata de chocolate. Molde de galleta de mantequilla con corazón de chocolate y avellanas.
Algo muy famoso por allí es el “aperitivo”. Una especie de buffé con pasta y ensaladas y platos italianos. Sin tiempo para probarlo me quedé con ganas de ir al Caffé Zamboni (Via Zamboni, 6).
La zona es la cuna del lambrusco y no lejos de Bologna se encuentra Módena, con su famoso vinagre balsámico.
¿Y DESPUÉS DE COMER, QUÉ?
El centro más importante es la Piazza Maggiore. En esta plaza se te juntan varios puntos que visitar: la Basílica de San Petronio (la quinta iglesia más grande del mundo y la tercera de Italia, y la más antigua y grande de Bologna cuya fachada se encuentra inacabada), la fuente de Neptuno, el Palazzo del Podestà (donde el Arco de los Susurros y sede del Ayuntamiento), la Salaborsa (donde la baldosa de otro color), el Palazzo dei Banchi y la Torre dell’Orologio (del reloj). Esta plaza es el corazón de la ciudad.
No solo monumentos o edificios, la vida está allí. No solo turistas, los propios bologneses también. Los músicos callejeros no solo amenizan tu paseo, si no que dan espectáculo. La gente se para, se sienta, vive la música. Tras los aplausos, los turistas volvemos a las fotos y la ciudad espera a la siguiente canción.
La siguiente plaza llena de vida, especialmente los domingos, es Piazza Santo Estefano, también conocida como la Piazza delle Sette Chiese (Plaza de las Siete Iglesias). Aquí encontrarás, no solo al diablo observando, sino también la Iglesia de Santo Estefano, un conjunto de Iglesias conectadas por jardines, pasajes y pórticos: la iglesia del Crucifijo, la Basília del Sepolcro, la Iglesia de San Vitale y Sant’Agricola, el Cortile del Pilato, la Iglesia de Martyrium, el Claustro Medieval y el Museo de San Esteban (las más importantes). Son construcciones de diferentes épocas.
No te pierdas el mercadillo de antigüedades que allí tiene lugar el fin de semana. Los domingos parece que toda la ciudad acude y pasea entre tazas, joyas, maletas y pequeños detalles que recuerdan a un pasado. Los libros que allí encuentras y los muebles te cuentan la historia de una familia. La música vuelve a acompañar tu paseo. Hoy toca clásica. Parece que el tiempo se para y la gente se sienta a disfrutar de este entorno.
En el centro de la ciudad, no lejos de ambas plazas, encontramos el corazón de Bologna: Le Due Torri (las Dos Torres): Asinelli (la más alta) y Garisenda. Las puedes ver desde cualquier punto de la ciudad y una vez que estás bajo ellas… ves que están inclinadas. ¿La piccola Pisa?
Si tienes fuerzas, y yo lo intentaría, sube la Torre Asinelli (498 escalones). No hay panorámica como esa de la ciudad de Bologna. Los tramos de escaleras te permiten descansar, así que lánzate a ver la ciudad a vista de pájaro y apreciar sus maravillosos tejados rojos (*).
La universidad: Alma Mater Studiorum. (*) Desde las Dos Torres sale una calle, Vía Zamboni, que te adentra en el mundo universitario. Caminando por allí verás las facultades, a los estudiantes y la universidad. Fundada en 1088, es pública y es la más antigua del mundo occidental. Se encuentra entre las grandes universidades europeas. Entre sus alumnos más ilustres: Dante Alighieri, Petrarca, Thomas Becket (arzobispo de Canterbury), Erasmo de Rotterdam, Luigi Galvani, Enzo Ferrari, Giorgi Armani y Nicolás Copérnico.
El Archiginnasio. Sede de la unificación de varios edificios de la universidad en 1563. Actualmente es el mayor complejo heráldico del mundo, con más de 6.000 escudos.
Como apasionada de la historia podría seguir aportando datos y datos de la ciudad pero no quiero que esto se convierta en una guía aburrida. Sí quiero que se vea que esta ciudad tiene muchísimas curiosidades, mucho que ver, muchos secretos y que lo mejor todavía no está ni escrito en esta guía.
Lo mejor es su gente, son sus pequeñas calles llenas de flores y restaurantes o bares escondidos. Lo mejor son sus tiendas de ultramarinos, sus panaderías con dulces que se pueden oler desde las calles. Lo mejor empieza cuando acaba lo turístico y te adentras hasta donde antes las murallas cercaban la ciudad y visitas los puntos, en su momento, de acceso. Lo mejor es dejarse el mapa en casa y perderse. Preguntar a la gente por la calle, dejarse llevar por el olor a café, los escaparates llenos de comida y tortellini. Lo mejor es ver la vida en las calles, siempre en movimiento. Lo mejor es mirar a través de los cristales de los restaurantes y ver qué come la gente. Lo mejor es perderse. Nunca “no encontrarse” significó tanto.
(*)¿Entiendes ahora por qué el sobrenombre de “La Dotta, la grassa e la rossa”. La dotta (docta) por su universidad, la grassa (gorda) por su gastronomía y la rossa (la roja) por el color de sus tejas y de muchas de sus fachadas.
Como dato adicional, y sin ánimo de hacer publicidad, pero sí encantada tanto con el precio (oferta), como el servicio, las vistas, la ubicación y la amabilidad, recomiendo hospedarse en el Hotel San Donato, ubicado en Vía Zamboni, entre la universidad y las Dos Torres y a dos calles de La Finestrella.
Siguiente parada… Edimburgo.
Fuentes: Wikipedia, Bologna en Español; Bolonia, Salta Conmigo y mis grandes amigas: Leonor y Paloma.